Se llama Riccardo Ehrman, y en ese momento trabajaba para la agencia italiana Ansa. Este avispado perodista formuló una pregunta tan embarazosa para el Gobierno de la RDA que precipitó el tránsito libre de ciudadanos a ambos lados del muro de Berlín.
El señor Ehrman recibió una llamada del Ministerio de Asuntos Exteriores para informarle de una rueda de prensa para las 6 de esa misma tarde. Era 9 de Noviembre de 1989. Ehrman tomó su coche en dirección al Centro Internacional de Prensa, en Berlín Oriental, donde esperaba encontrar aparcamiento con facilidad, mas no fue así. No había un aparcamiento libre, por lo que estuvo dando vueltas con su coche. Llegó tarde al centro de prensa, donde la conferencia ya había emprezado y no le quedó más remedio que sentarse cerca del orador, en la tarima.
El motivo de la rueda de prensa consistía en comunicar que el Gobierno de la RDA iba a permitir que los ciudadanos alemanes del Este pudieran viajar con más facilidad al Oeste. Mientras Schabowski desgranaba este anuncio, los periodistas ni siquiera levantaron una ceja, porque no era la primera vez que éste les 'vendía la moto'. Muchas veces, el régimen había hecho anuncios parecidos que después resultaban totalmente falsos. Siempre anunciaban que los ciudadanos de la RDA podían viajar pidiendo un pasaporte y obteniendo un visado. Pero obtener un pasaporte era casi imposible, y un visado, totalmente imposible. Además, para pedir esos documentos, un ciudadano tenía que acudir a la Volkspolizei (la policía del pueblo), y allí le preguntaban que para qué quería el pasaporte y el visado. Al incauto que contestase que quería ir al Oeste, inmediatamente le ponían en una lista negra. Y había poca gente que tenía el coraje de pedirlo.
Schaboswki era un alto miembro del Politburó y uno de los comunistas más poderosos de Berlín. Moreno, sobrado de carnes, gracias a su gran dominio de los hilos que movían al partido en la capital, había ido escalando puestos. Ambos, el funcionario y el periodista, se conocían de las múltiples ruedas de prensa que habían compartido.
En este 9 de Noviembre, a Schabowski no se lo pasó por alto que Ehrman llevaba con la mano en alto para solicitar pregunta desde el mismo momento que entró en la sala. Schabowski casi había terminado su discurso y la mano de Ehrman seguía allí, erguida. Por fin, Schabowski optó por hacerle caso y le concedió la palabra al periodista italiano.
Entonces el corresponsal le preguntó en voz alta sobre una ley de permisos de viaje muy confusa que había provocado el exilio de miles de alemanes del este a través de las fronteras de Checoslovaquia y Hungría. Más concretamente quería saber Ehrman si Schabowski creía que la introducción de esta „Ley de Viajes“ había sido un error. Claro, el funcionario se puso muy nervioso, sacó unos papeles del bolsillo, y repitió que, para evitar más líos, los ciudadanos de la RDA podrían ir al Oeste sin pasaporte ni visado, sólo mostrando el carnet de identidad. Ahí Ehrman, sin dejarle tomar aire, le hizo la pregunta del millón, la pregunta que acabó con los sufrimientos de miles de personas: „Ab wann?“(¿a partir de cuándo?). Schabowski, revolviendo sus papeles una vez más, pero sin ver nada, pues no se los había leído antes de la rueda de prensa, respondió sin mirar a la cara a Ehrman:“Ab sofort“(inmediatamente).
El muro había caído. Ehrman se quedó sin aire, así como todos los alemanes que habían estado siguiendo la rueda de prensa. Schabowski se dio cuenta al segundo de decir la última sílaba. Una nueva etapa. Un nuevo horizonte se abría tras esa simple respuesta.
El periodista tomó su coche y se dirigió, lleno de curiosidad, a uno de los pasos fronterizos, para comprobar qué estaba pasando en la calle. Cuando llegó a la estación de trene de Friedichstrasse, los alemanes del Este se estaban agolpando en los puestos de la policía de la frontera, uno de ellos le reconoció y le levantaron en brazos, ya que se dieron cuenta que fue gracias a él, gracias a su pregunta, que se había abierto la Caja de Pandora.
Ehrman afirma que lo más impotante que su pregunta, fue la respuesta, pues al escuchar las palabras de Schabowski, supo que el Muro había caído, sin embargo no se dio cuenta de que, en realidad, estaba cambiando el mundo.
Lo fácil que resulta arrebatarnos la libertad: una línea en el suelo y alguien que la vigile. Esa línea es sólo un recuerdo de por donde pasó El Muro en Berlín, pero sigue siendo real en muchos otros sitios. Hoy, en el vigésimo aniversario de su caída convendría recordar la amargura que trajo a los que lo padecieron, a las 270 que murieron por buscar una vida mejor o simplemente para poder ver a su familia y a aquellos que consiguieron el sueño de cruzar una línea que alguien decidió marcar en el suelo.
1 comentario:
Genial, qué facilidad narrativa tienes, me encanta ;) Un besazo!
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