domingo, 29 de agosto de 2010

Caronte, el barquero del infierno

Caronte es un genio del mundo infernal, hijo de Érebo y Nix. Su misión es pasar las almas, a través de los pantanos del Aqueronte, hasta la orilla opuesta del río de los muertos; éstos, en pago, deben darle un óbolo. De ahí la costumbre de enterrar a los difuntos con un óbolo puesto debajo de la lengua o en los ojos del cadáver para que, una vez que la sombra de la persona muerta alcanzase el mundo subterráneo del Hades, pudiera pagar a Caronte para poder pasar a través del río Aqueronte. Aquellos que no tenían la cantidad suficiente, o cuyos amigos habían rechazado dar los ritos apropiados del entierro, esperaban durante cien años en la ribera del Aqueronte, hasta que Caronte accedía a portearlos sin cobrar.

Se le representa como un anciano flaco muy feo, de barba gris e hirsuta, vestido de harapos y con antifaz o, en ocasiones, como un demonio alado con un martillo doble. Conduce la barca fúnebre, pero no rema; de ello se encargan las mismas almas. Se muestra con ellas tiránico y brutal, como un verdadero subalterno.

Era muy raro que Caronte dejara pasar a un mortal aún vivo.Cuando Heracles descendió a los Infiernos, obligó a Caronte a pasarlo en su barca, y como éste se negara, el héroe se apoderó de la percha y le propinó tal paliza que el otro no tuvo más remedio que obedecer, tanto a la ida como a la vuelta. Caronte fue encarcelado un año por haber dejado a pasar a Heracles sin haber obtenido el pago habitual exigido a los vivos: una rama de oro que proporcionaba la sibila de Cumas.

Otros dos mortales consiguieron cruzar el Aqueronte (Estigia según Virgilio). Uno fue Orfeo, quien con sus cantos encantó a Caronte y a Cerbero para rescatar a su amada muerta, Eurídice, a quien perdió en el viaje de vuelta. La otra fue Psique, que por órdenes de Afrodita tuvo que bajar al infierno en busca de un frasco de agua de Juvencia, y logró hacer el viaje de ida y vuelta estando viva.

En las pinturas de las tumbas etruscas, Caronte aparece como un demonio alado, con la cabellera entremezclada de serpientes y llevando un mazo en la mano. Ello hace suponer que el Caronte etrusco es en realidad el “genio de la muerte”, el que mata al moribundo y lo arrastra al mundo subterráneo. Dante Alighieri incorporó a Caronte en La Divina Comedia.

Arnold Böcklin fue un pintor simbolista alemán del siglo XIX. Su obra es perfectamente
romántica y perfectamente alemana. Este artista es especialmente conocido por una de sus obras: sus cinco versiones de La Isla de los Muertos. Supuestamente basada en el mito de Caronte (aunque el autor nunca la tituló), fue una obra que fascinó a bastantes personajes, digamos, peculiares, a saber: Hitler (que llegó a poseer una de sus versiones), Freud o Lenin. Quizás de ahí la popularidad del cuadro.

El caso es que desde su creación todo tipo de artistas se han inspirado en la conocida pintura. Entre ellos, Rachmaninov, que tuvo ocasión de ver uno de los cuadros originales durante una visita a París en 1907, le dedicó un precioso poema sinfónico. La Isla de los Muertos se trata de una composición que utiliza el simbolismo para recrear un cuadro. El vaivén susurrante que da comienzo a la obra podría recordar el lento avance de la barca, el remo hundiéndose a un lado y a otro…

Pónganse cómodos y disfruten!





The plastic cycle of life

sábado, 28 de agosto de 2010

Desangrada

"Pero, señora, esque cuando te disparan, sangras".
H. Murakami

martes, 24 de agosto de 2010

El emperador de los excéntricos


Últimamente he estado escuchando a un compositor llamado Moondog. Se trata de un artista original, indefinible y vanguardista.

Lo primero que conocí de este personaje fue su música. Y me encantó. Pero tras enterarme de su despampanante historia, me gustó aún más. Moondog es el más excéntrico entre todos los excéntricos, es el emperador de los estrafalarios. Para mí, un hombre fascinante.

Nació como Louis Hardin, en un pueblo de Kansas en 1916. Se quedó ciego a los 17 tras estallarle un petardo en la cara. En 1943 abandonó la protección de la familia y se fue, sólo y sin dinero, a Nueva York. Ciego y distinto (muy distinto), empezó a construirse un personaje, trabajando con empeño en la rareza de éste. Subsistiendo de las limosnas que recibía, vivía más o menos como vagabundo.

Se adueñó de la esquina entre la Sexta Avenida y la Calle 54. Esta esquina pasó a llamarse posteriormente, una vez que se hizo famoso, Moondog Corner. Era culto y elocuente. Tocaba su música en la calle, recitaba poesía y conversaba. Lucía largas melenas y barbas de profeta y se empezó a vestir con ropas indescriptibles que se fabricaba él mismo.

Su esquina se encuentra muy cerca del Carnegie Hall. Los músicos de la Sinfónica de Nueva York se hicieron amigos de él, pasando a ser una especie de mascota. De hecho, durante dos años Moondog se pasaba los días con ellos, asistiendo a todos los ensayos y conciertos.

Sin embargó, al cabo de un tiempo, los músicos quisieron regenerarlo, insistí
an en que se convirtiera en un hombre normal. Al contrario, la deriva física y social de Hardin iba siendo cada vez más extravagante. En 1947 empezó a autodenominarse Moondog, y fue adquiriendo su apariencia definitiva. A saber: la de un vikingo. Llevaba un casco ornado con cuernos, capas hechas con retales, los pies envueltos en un gurruño de harapos y, para rematar la faena, una lanza. Debido a este atuendo, empezó a ser conocido como el vikingo de la Sexta Avenida. La gente de la Sinfónica empezó a alejarse de él. A pesar de esto, algunos de los grandes músicos de la orquesta participaron en los grabaciones de los discos de Moondog.

Lo mejor de esta especie de cuento de hadas: Moondog era un espléndido artista y, sin dejar de vivir en la calle y de tener aspecto de un lúnatico, de una manera o de otra, se las apañó para hacer cosas increíbles. Editó más de treinta álbumes, varios de ellos con compañías discográficas importantes; sus composiciones de usaron como bandas sonoras de películas y en anuncios publicitarios; llegó a grabar un disco cantado por...Julie Andrews!! Mary Poppins y el vikingo en una mezcla explosiva.

Murió en 1999 en Alemania a los 83 años, pero sus discos todavía se escuchan. Y parece que se está poniendo de nuevo de moda, pues hace pocos meses se publicó su primera biografía.

A mí lo que más me gusta de Moondog, aparte de su música estupenda, es su increíble fuerza. Fue un ciego que nos hizo olvidar a todos su ceguera, un alienígena capaz de sobrevivir en la dura vida de la diferencia radical. Invidente y raro como era, se casó dos veces, tuvo una hija y mantuvo varias relaciones sentimentales importantes. Debía de poseer un encanto singular. Una de sus novias, una asiática, elegante, guapísima.

Es como en el cuento el patito feo, pero hecho realidad. Un indigente, en apariencia un pobre tipo marginal, chiflado y fracasado, en realidad es todo un personaje, un artista admirado, un músico famoso. La próxima vez que vean un mendigo por la calle, repriman su condescendencia y acuérdense de Moondog.

El primer vídeo es un monólogo que merece la pena escuchar la letra muy atentamente, y el segundo es su melodía más conocida.