viernes, 29 de abril de 2011

odnuM

Me desperté en un mundo en el que las personas, los coches y los aviones viajaban hacia atrás. Las calles y autopistas pasaban al lado de mi cama. Era un mundo al revés extremadamente silencioso: ni una bocina, ni un grito; nadie con las ventanillas bajadas y una horrible música máquina a todo volumen.

Pensé: es un sueño.

Me incorporé y traté de imitarlos. Resulta complicada la existencia al revés cuando todo tu cuerpo está al derecho. El tránsito mañanero por el baño fue una odisea. Tras desayunar al revés, bajé a la calle y me topé con una realidad al revés en la que las personas se movían al derecho. No era un mundo silencioso como el del sueño; este estaba poblado de charlatanes con chaqué y bombín que anunciaban crisis financieras y recortes sociales en un nuevo mundo huxleyliano feliz.

Pensé: es una pesadilla.

Me di media vuelta y regresé a mi cama, puse los pies en la almohada y la cabeza en los pies. Llevo así unas cuantas horas, feliz, sonriente, en huelga de verticalidad, viviendo al revés en un mundo al revés.

Debe de ser una cuestión de armonía.

miércoles, 6 de abril de 2011

Ramas de tilo


Sé que las distancias y las acortaduras no son solo físicas; a veces, es la mente la que juega y confunde, la que inventa y desinventa. Me gusta recortar esas distancias figuradas, viajarlas, desmadejar sus trucos para sentir la brisa del mar, el ambiente viciado de la noche, el que pesa y araña.


La vida es un largo viaje hacia ningún sitio. Pensamos en años y en espacios físicos venideros, en metas y objetivos, pero el viaje verdadero es por dentro, entre las vísceras, allá donde se guardan los recuerdos y las emociones. Al final, cada uno vacía su saco de lo sentido en una báscula y lo pesa. Nadie juzga, nadie condena. Cada uno se mira al espejo y decide si mereció o no la pena.


Me queda tiempo para ese tránsito, espero; mientras colecciono generosidades, paciencias, sonrisas, labios que veso -veso de vuelo, no beso de cruz-, ojos marrones profundos y ramas de tilo que me permitan llegar a la copa del árbol; para observar; para observarme.