Los espectáculos circenses no son divertidos para los animales. La verdadera cara del circo, se esconde detrás de las coloridas carpas. Ahí donde no llegan las luces, decenas de animales padecen encierro, soledad, hambre, falta de atención veterinaria, golpes cuando no quieren actuar etc.
Los animales de los circos son secuestrados desde pequeños de sus hábitats o comprados a traficantes.Los circos no pueden, por sus propias característica, atender ni se lejos las necesidades naturales de los animales que presentan. En el caso de los circos itinerantes, a lo largo de sus interminables giras de 9 a 10 meses al año, no hay otro remedio que mantener a los animales encadenados por una pata delantera y otra trasera -lo que tan sólo les permite tumtumbarse y levantarse o arrastrarse un par de pasos adelante y atrás- o aprisionados dentro de camiones jaulas menos durante el entrenamiento o los escasos minutos que dura su número.
Además, durante larguísimos desplazamientos de hasta 10/12 horas, los animales soportan en su rincón, sin luz y sin ventilación, el frío del invierno y el calor del verano mientras se asfixian con el metano de sus propios excrementos a pesar de que se acostumbra a mantenerles sedientos para que orinen menos.
Este es un cruel modo de vida, caracterizado por el aislamiento, el castigo, el miedo y el cautiverio y no es de extrañar que un elefante viva más de 70 años en su medio natural pero solo alcance los 14 o 15 años en cautividad.
Este hecho se repite en todos los animales tan miserablemente utilizados y explica porque estas hermosas criaturas nacidas libres -tigres, leones, cebras, osos y elefantes ..- mantenidos en estas condiciones cada día de su dantesca existencia se vuelven literalmente locos. Separados de sus congéneres, encerrados y amarrados, sometidos a privaciones y frustrados sus instintos naturales, suelen desarrollar conductas neuróticas como movimientos repetitivos e incesantes consistentes en oscilaciones, vueltas, agitación y mordisqueo de los barrotes de sus jaulas, etc., que también se pueden convertir en conductas inesperadamente agresivas.
Los animales son sometidos a crueles sesiones de entrenamiento en donde se incluyen herramientas de castigo como los bullhoocks que son varas que terminan en un gancho, el cual se utiliza para llamar la atención de los elefantes, golpeándolos en las caras y detrás de las rodillas. El soplete también es utilizado contra estos animales para retirar todo el pelo duro que tienen en el lomo y cabeza (como protección) para que así el "valeroso" domador pueda sentarse sobre el animal sin sentirse incómodo.
A muchos de los osos se les retira los dientes y las garras o se les coloca aparatosos bozales. El entrenamiento de los osos incluye tocarlos con varas que transmiten descargas eléctricas para obligarlos a que obedezcan y realicen los "divertidos" trucos. Con los grandes felinos se usa este mismo tipo de vara, además del látigo. Con los primates, sobre todo con los chimpacés, la técnica utilizada es la de los golpes (puñetazos) ya que debido a que este animal es sumamente inquieto y de difícil atención, se suele golperlos sin razón aparente para que en adelante, el animal atemorizado anticipándose a los golpes, no despegue la mirada de su domador.
Existe aquí una combinación de castigo y recompensa, con mayor proporción de castigo ya que muy pocos ejercicios y trucos están basados en comportamientos naturales. Y todas las técnicas persuasivas son llevadas a cabo incluso durante el espectáculo pero, por supuesto, oculto a la vista del espectador.
La conservación y la educación son dos razones por las que los circos con animales intentan justificar su continuidad en una Europa que les cierra sus puertas. Por supuesto, al igual que en otros lamentables espectáculos, la simple tradición no puede justificar las miserias inflingidas a seres sensitivos. Muy al contrario, no sólo los circos no tienen ninguna función conservacionista que desempeñar, sino que constituyen una causa más de extinción de especies salvajes.
En cuanto a educación, los circos enseñan precisamente la peor actitud posible hacia los animales, despojando a unas magnificas criaturas de su dignidad a base de forzarlas a realizadas trucos estúpidos y dolorosos.
Los animales en su estado natural jamás se paran de cabeza, montan bicicleta, ni patines, mucho menos gozarían saltando a través de aros de fuego y por supuesto, no usa ridículos trajes o vestidos. Solamente vemos este tipo de comportamientos antinaturales en los circos. Cada vez que llevamos a los niños a ver actuaciones de animales, les estamos enseñando que la crueldad es divertida y que los animales no merecen respeto. Todos esos actos ridículos que los animales son obligados a realizar les causan estrés y miedo. Es injusto, que mientras los animales están siendo tratandos como cosas, el público desde sus asientos, aplauda y hasta ría.
Debemos enseñar a los pequeños a respetar y apreciar el mundo y sus demás habitantes: "a los niños se les debería disuadir de asistir a cualquier tipo de exhibición o atracción que involucre a animales en manifestación indigna, alojándoles en habitáculos no satisfactorios, o sometidos a sospechas métodos de entrenamiento".
El mejor argumento es el boicot. Si no asistimos a circos que usan animales, ellos dejarán de usarlos. En su lugar, disfruta con circos y espectáculos sin animales que ofrecen estupendos trucos o programas si crueldad.
Piensa que aunque los números con animales se presenten como proezas dignas de alegría, no son más que el resultado de trabajos forzosos, vejaciones y penurias de por vida.
¡ POR UN CIRCO SIN ANIMALES !