Conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como individuos pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos planeado realizar como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio de nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los hilos que Dios, el destino, la naturaleza o como suela llamársele haga de nuestra vida – marioneta. He aquí la importancia de saber si existe la libertad.
Y precisamente, en la búsqueda de tal conocimiento, uno se habrá de topar siempre con un principio llamado "de causalidad", postulado que por siglos se había aplicado a las ciencias naturales y que en estos días se ha extendido al campo de las ciencias sociales para poner sobre relieve que la actividad humana, ya sea su modo de pensar, de sentir, de actuar, de organizarse política y socialmente, de comportarse moralmente, de todo cuanto haga se halla sujeto a causas.
Porque sinceramente sería muy fácil decir que la libertad existe en cuanto que no sufrimos coacción externa o interna de alguna clase y San se acabó. No. La libertad es mucho más que eso. Hasta este punto lo único cierto es que se vive en un mundo causalmente determinado y la incógnita por descifrar es si la libertad y su existencia es compatible o no con este infinito causalismo: Si me gustara la medicina no hubiera estudiado una ingeniería, y si no hubiera estudiado una ingeniería tal vez me preocuparan más otros temas, y si me preocuparan más otros temas , etcétera, etcétera. Por algo sigo creyendo que mi conducta si está causalmente determinada en cierto grado.
Ojeando un poco las distintas corrientes filosóficas, sobresalen tres posturas fundamentales que tratan de esclarecer cómo en un mundo sujeto a relaciones de causa – efecto, existe la libertad. Dichas posiciones son las siguientes: un determinismo absoluto, un libertarismo absoluto y por último, un determinismo compatible con cierta libertad, con la cual estoy de acuerdo.
Estoy segura de que la libertad existe. Negar su existencia sería tanto como afirmar que nuestra vida es el vivo retrato de una obra de teatro en la cual el guión y el desenlace ya están escritos. Esto no es así.
Creo firmemente en la posibilidad de que el hombre y la sociedad sean los arquitectos de su destino, al existir la libertad de elegir concientemente entre el actuar en una o en otra dirección. Sin dicha conciencia de los móviles o causas que lo impulsan a comportarse de cierta forma, si insinuaría que la conducta humana es inmediata e irreflexiva. Esto tampoco es así.
Asimismo, el hecho de que la libertad implique cierta autodeterminación del sujeto para decidirse por la forma de comportamiento más adecuada elegida de entre varias, tampoco significa que dicha autodeterminación se realice al margen de una conexión causal.
En pocas palabras, el hombre es libre de decidir y de actuar sin que su decisión y acción dejen de estar causadas. Es imposible que nos sustraigamos al contexto histórico - social imperante, generalmente se va a actuar o decidir conforme a ciertas pautas, influencias o posibilidades de acción que nos ofrece el entorno.
Después de todo sigo pensando que la libertad es ilimitada, pero dentro de ciertos límites.
Es fácil definir la "no libertad", es decir aquellas cosas que se hacen no por voluntad propia y que nos desagradan. Pensemos entonces que para ser libre se tiene que tener conciencia de uno mismo y voluntad para realizar las acciones que queremos.
Libre no es quien hace lo que quiere si no quien hace lo que debe hacer. Muchas veces la libertad suele ser confundida con un " yo hago lo que quiero" pues esta es una confusión entre el uso de la libertad y el libertinaje. No es libre quien hace lo que quiere pues la auténtica libertad se manifiesta en aquel que hace lo que debe hacer, haciendo uso de valores morales y éticos.