Me golpea un ritmo conocido, me recuerda que el trabajo está incompleto, inconcluso, insatisfecho...Bate un tambor en mis sienes, lo siento tan presente, como un zumbido de agravios y ofensas. Como si fueran promesas incumplidas, heridas abiertas.
Esta insatisfacción estática, que me lleva a la meditación sórdida, con la urgencia de saber qué queda por emprender. Entre lo que tanto hacemos, hablamos, promulgamos, divulgamos...llegamos al meollo medular del desasosiego: estamos siendo descuidados, resultado de haber estado construyendo con cimientos mal fraguados.
El tiempo para la autocomplacencia y el conformismo está en su fin...o nos esmeramos, o seremos recordados como la generación inmediata anterior al ocaso de la civilización.Tantas cosas dependen de pequeños, por no decir minúsculos, factores que por ser considerados triviales nos llevan al triste redoble de tambores que anuncia el camino al patíbulo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario